El propóleo —o própolis, del griego «defensa de la ciudad»— resulta del procesado de
distintas sustancias resinosas obtenidas por las abejas a partir de las yemas de los árboles y
otros arbustos. Lo usan para sellar pequeños orificios en la colmena, para evitar que se
introduzcan insectos y pulgones que puedan ocasionar una infección o plaga, y para «embalsamar»
insectos más grandes y pequeños animales que se pueden introducir en el apiario. Otra de sus
funciones es la de reforzar la estructura de la colmena. También lo utilizan para reducir el tamaño
de la entrada a la colmena. De textura pegajosa —balsámica— a temperatura ambiente, puede
solidificar con el frío. El color del
propóleo
puede variar, desde amarillo a castaño muy oscuro, dependiendo del tipo de árbol del que procede.
Su sabor es amargo, y al quemarlo exhala dulces aromas de resina.
En un año, la producción media de una colmena puede oscilar de 150 a 300
gramos.
Si las colmenas están situadas cerca de ríos o en zonas de choperas o bosques de
sabinas, producen más propóleos que si están en zonas más áridas, siendo el final del verano cuando
producen más cantidad. En los climas templados los
propóleos
tienen unos 50 principios activos, siendo los compuestos principales resinas y bálsamos
vegetales, aceites esenciales, ceras y polen. Destaca su contenido en provitamina A,
vitaminas del complejo B —especialmente la vitamina B3—, aminoácidos y minerales.
El propóleo ha sido utilizado desde la antigüedad, el mismo Aristóteles lo
consideraba beneficioso para las afecciones cutáneas. Y los incas lo usaban para procesos febriles.
Los griegos usaban el propóleo para fabricar delicados perfumes. Es muy buen cicatrizante y
antiinflamatorio, gracias a los bioflavonoides que contiene, además de analgésico,
antialérgico y antibiótico. No obstante, su administración con fines medicinales en
humanos debe hacerse siempre y cuando no exista intolerancia o alergia a las abejas o a sus
productos. Los efectos beneficiosos del propóleo se consiguen por la sinergia de todos sus
componentes. Hay que tener en cuenta que esta sustancia proviene del mismo sistema inmunológico de
los árboles, con lo que las condiciones de asepsia y desinfección que proporciona en la
colmena
están garantizadas, y de la misma forma sus propiedades curativas en estados de bajada de defensas
o infecciones. Es un extraordinario biorregulador, elevando el sistema de defensas, y
funcionamiento del organismo. Los oligoelementos que contiene el propóleo contribuyen a la
actividad metabólica y vitamínica, mejorando los estados de anemia. El propóleo puede ser
transportado indistintamente, por la sangre y por la linfa, a todo el cuerpo. También se han
comprobado sus propiedades vasodilatadoras e hipotensoras. El propóleo es también un
potente anestésico.
El propóleo ha sido utilizado con fines terapéuticos a lo largo de la Historia,
y destaca, entre todas sus virtudes, su acción beneficiosa y estimulante sobre el sistema de
defensas del cuerpo, lo que mejora la resistencia frente a las infecciones.
Al ser un producto biológico tan delicado requiere para su conservación
preservarlo de la luz y del calor, para que sus cualidades se mantengan intactas con el paso del
tiempo. |